Matoneo, una realidad
Camila era una niña alegre, inteligente, talvez un poco callada, siempre tenía una sonrisa a flor de piel y estaba dispuesta a ayudar a sus compañeros. Estudiaba en un colegio privado ubicado en el área Metropolitana de Bucaramanga.
Sus padres empezaron a notar cambios en su comportamiento, comía poco, dormía poco y manifestaba distintas dolencias en las mañanas, justo cuando debía ir a estudiar.
Camila fue víctima de matoneo en el colegio. Fue golpeada e insultada por sus compañeras de clases. Pese a que el colegio tomó medidas y sancionó a las maltratadoras, el daño ya estaba hecho.
Si bien es cierto que existen distintas actividades que realizan los colegios, las personerías y la misma Policía, con el fín de promover el respeto y la convivencia dentro de las aulas de clase, las cifras demuestran que el maltrato verbal, psicológico y físico se ha incrementado en un 20%.
En el caso de Camila, sus padres lo detectaron y ella denunció a tiempo, sin embargo debió cambiarse de colegio.
Esta misma situación y en muchas ocasiones con mayor violencia, la viven niños de todos los estratos, de instituciones públicas y privadas. Padres y educadores son los llamados a estar atentos a los cambios comportamentales de los niños. No solo del maltratado, también del maltratador.
Lo es porque fue violentado y repite la historia? Lo es porque lo están presionando? Es maltratador porque en su hogar es lo que ve a diario?
El menor maltratado necesita protección, atención, que alguien lo ayude a salir de esa situación para que pueda desarrollarse y ser un ser feliz que aporte positivamente a su entorno. El maltratador también requiere atención y una mano que lo guíe en su restablecimiento a la sociedad.
Nancy Rodríguez Guevara Editora Gente de Cañaveral (nrodriguez@vanguardia.com)