Venezolanos que aportan su “granito de arena” para hacer un mejor país
Liliana Carvajal Pineda
Gente de Cañaveral
Mediante la campaña “Memoria y Respeto”, el Instituto de Estudios Políticos de la Unab busca que los bumangueses comprendan y se solidaricen con la experiencia del migrante venezolano.
“Doy gracias a Dios por haberme venido, el futuro y el de los míos depende de mi esfuerzo”; “De mi país extraño todo, pero a Colombia le agradezco la esperanza de vivir” son algunas de las frases dichas por estas personas, quienes llegaron a la ciudad en busca de nuevas oportunidades y hoy forman parte de la iniciativa que busca hacerlos visibles en las diferentes calles de Bucaramanga.
En esta edición, la revista Gente de Cañaveral quiere hacer un reconocimiento a aquellos venezolanos que, por diferentes circunstancias residen en Bucaramanga y que por medio de su profesión contribuyen a hacer un mejor país.

Adriana López Ortiz vivió en Caracas, estudió Medicina en Barquisimeto y realizó sus posgrados en Caracas. En Chile adelantó el curso de Endoscopia terapéutica
Aportes a la salud
Adriana López Ortiz nació en Colombia, pero vivió 40 años en el vecino país y llegó en julio de 2017.
“Esto fue un proceso de 5 años de preparativos económicos, convalidaciones, legalizaciones, etc., que me permitieran emigrar dentro de la ley y desempeñarme en lo que sé hacer”.
Ella forma parte del equipo médico del Hospital Internacional de Colombia (HIC), siendo Médico Gastroenterólogo – Endoscopista. Es casada y tiene una hija de 4 años. “Fueron varias las razones que me impulsaron a emigrar de Venezuela. Las que más me afectaban eran aquellas que no dependían de mí como el desabastecimiento de medicamentos. Enfermar y morirse de mengua es un peligro que afecta a toda la población. Viví en carne propia la angustia de recorrer más de 14 farmacias en un día, en busca de un antibiótico y un antipirético con la niña enferma, y es algo que no quiero volver a vivir. Traté pacientes con enfermedades graves donde me volví espectador de su declive, porque no había nada qué hacer sin la medicación, y es frustrante y triste. Creo que la carga de estrés con la que se trabaja y se vive es pesada y me obligó a pensar en soluciones, como siempre se hace”, expresó la profesional, quien asegura que su experiencia en Colombia ha sido mágica, “parece un cuento de hadas. Vine en un viaje corto de reconocimiento que debía durar una semana y me quedé. Conseguí empleo en 2 días, en un centro donde la excelencia se respira a diario. Las personas son sensibles con el tema de la emigración, jamás he sentido discriminación. Mi esposo viene y va, aún no se resigna a perderlo todo y tiene la ilusión de vender sus cosas. Él es un optimista que sueña con que las cosas van a volver a ser lo que eran”.
Agregó que como “personas merecemos esforzarnos y trabajar por estar mejor. Es absurdo perder esfuerzo y energía en un ambiente donde no podrás crecer, así hagas tu mejor esfuerzo. Por eso decidí salir de Venezuela”.
Desde la medicina, Adriana López Ortiz intenta ponerse en los zapatos de los pacientes para conocer sus necesidades, sus miedos y orientarlos de la manera más honesta y explícita, dando todo lo que sabe para aliviar sus enfermedades. “Me actualizo leyendo diariamente sobre mi materia. Me gusta la investigación y tengo proyectos que estoy estudiando para iniciar, centrados ahora en la población colombiana. Traigo mi formación orientada por las pautas norteamericanas, mis algoritmos son claros y precisos para evitar los errores humanos o los procedimientos riesgosos inefectivos. Espero continuar ejerciendo la medicina lo mejor posible, con calidad, precisión, asertividad y responsabilidad”.
Llega a Colombia por el amor
Jesús Enrique González Exarcheas es un venezolano de esos que aman a Bucaramanga y a Colombia como a su propia tierra. Se define como un soñador y un trabajador incansable que lucha cada día para que, con el ejemplo, el nombre de Venezuela “brille como las estrellas de su bandera”.
Es Politólogo, egresado de la ilustre Universidad Central de Venezuela y desde hace cinco años trabaja en la Universidad Santo Tomás Seccional Bucaramanga, donde se desempeña como Director del Departamento de Admisiones y Mercadeo.
Llegó a Colombia en 2012 para celebrar el cumpleaños de la que hoy es su esposa, María Eugenia Bonilla, ocañera y a quien conoció en Salamanca, España, cuando adelantaban sus estudios de posgrado. “El amor y la visión de que en Venezuela se empezaban a dar claros pasos de estancamiento y atraso me llevaron a tomar la decisión de radicarme en la ‘Ciudad Bonita’”.
Su inicio no fue fácil, entregó muchas hojas de vida, toda una nueva experiencia ya que en Venezuela nunca tuvo que hacerlo.

Jesús Enrique González le apostó al amor de una colombiana. Desde entonces se ha destacado como profesional en la Universidad Santo Tomás
Al ser un estudiante destacado en la universidad y por la conexión que genera su carisma y empatía con la gente, obtuvo empleos bien remunerados por la recomendación que hacían de él sus profesores y personas conocidas. “En Colombia era otra historia”.
De traje, con carpetas bien ordenadas y una hoja de vida muy destacada, se entrevistó personalmente con empresarios y decanos de universidades, siempre con la firme convicción de que estaba cerca su gran oportunidad.
Es así como hace 5 años trabaja en este claustro universitario al que define con un inmenso orgullo y una sonrisa como su “casa”. Empezó como docente y a los pocos meses fue nombrado como Director del Departamento de Mercadeo, dos años después como Director del Departamento de Admisiones y, actualmente, se fusionaron ambos departamentos y es el Director de Admisiones y Mercadeo. En la misma universidad imparte la cátedra de Liderazgo, un tema que le apasiona y del que le encanta hablar con jóvenes que están vislumbrando su futuro más cercano.
Desde su profesión y cargo ha podido desarrollar y perfeccionar una de sus mayores pasiones: dictar conferencias y capacitar en habilidades blandas, las que considera han sido parte fundamental de su éxito.
Su conferencia-taller “Características de un líder transformador” ha inspirado a más de 20.000 jóvenes estudiantes, padres de familia, docentes y empresarios a lo largo de estos años. Recientemente culminó su certificación como Coach Internacional de Alto Nivel y se emociona al pensar en todo lo que pueda dar a las personas para que descubran su verdadero potencial.
“Quiero vivir muchos años en Bucaramanga, una ciudad que enamora y a la que defino como la mejor de Colombia, después de Ocaña”. Desde el primer día me he sentido bien tratado y considero a los colombianos como buenos anfitriones y con un sentido de servicio inigualable”.