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| Feb 5, 2016 | En estas calles, Portada

“Yo también fundé Cañaveral” ¿Qué recuerdo tiene de su infancia en Cañaveral?

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La casa de los Ortiz, los Carreño, los Cabeza, los Serrano, los Jaimes, los Amaya, los Cure, los Rueda, los Cepeda, los Campillo, los Mutis. Son varios los apellidos de las familias que poblaron Cañaveral en la década de los 70’s.

Muchos de sus hijos, quienes vivieron su infancia en el sector, ahora son los miembros activos del grupo en Facebook “Yo también fundé Cañaveral”.

Travesuras y muchas anécdotas hacen parte de este grupo que solo busca conmemorar esa etapa de sus vidas, cuando se dedicaban a jugar balón por los caños que atravesaban la carrera 26 frente a las casas de los González, los Mantilla, los Torres, Caballero, Lizcano y Rojas; o cuando el mejor pasatiempo era recoger hormigas culonas en los lotes que hoy conforman Torres de Cañaveral y Cañaveral Panamericano.

Entre sus añoranzas están esas tardes después del colegio cuando jugaban ‘quemados’ o el tren del amor, o cuando aprendieron a bailar en una casa del sector, como lo recuerda Rosa Mercedes Bonilla. Patinar por la calle 30 que ahora va hacia el Campestre, o ir hacia el sector de El Bosque, donde solo había potreros. Incluso esas tardes en las que se bañaban en el lago de Mico, justo donde hoy están las clínicas del sector, y de donde salían ‘pintados’ de color amarillo por la greda del lugar, como lo recuerda Óscar González.

Para muchos esos serán los años maravillosos, cuando simplemente caminaban hacia el colegio Agustiniano donde algunos estudiaban, o disfrutaban de los paseos que organizaban hacia la Mesa de Ruitoque. Así lo recuerda Carlos Olivo González, creador del grupo en Facebook.

Actualmente son 50 los miembros que conforman el grupo, espacio que les ha permitido retomar sus amistades y encontrarse para celebrar sus cumpleaños.

Si usted quiere ser parte del grupo, sin importar la generación en la que vivió en Cañaveral, puede unirse. No olvide participar enviando imágenes y recuerdos de esos bellos momentos.

Martha Torres

Recuerdo mucho los caños que estaban sobre el andén por donde pasaba agua que venía de alguna quebrada. Cuando jugábamos los balones se metían y era toda una odisea sacarlos de ahí. Se creó un diseño de una vara larga para sacarlos. Si los balones no estaban tan atascados nos uníamos de a dos y acostados sobre el andén juntábamos los brazos y reteníamos mucha agua y luego la soltábamos para sacar el balón, era muy divertido.

Carlos Olivo González

Para mí era como vivir en una finca, los buses pasaban cada media hora y lo hacían por la mitad de lo que hoy es el centro comercial, que era la calle 26. En ese sector había un hormiguero bueno, y recuerdo que los muchachos de Valencia se venían a quitarnos las hormigas y nos tocaba con palo proteger nuestras hormigas. Lo mismo ocurría con nuestro balón que se iba para el lago donde ellos se bañaban y debíamos esperar horas hasta que ellos jugaran y lo devolvieran.

Rosa Mercedes Bonilla

Yo viví en la carrera 25 con calle 30, en una de las casas donde hoy funciona el banco de Occidente. Anécdotas son muchas pero lo más hermoso de haber vivido allá fueron los lazos de amistad maravillosos que se crearon y que aún perduran con el paso del tiempo. Recuerdo las novenas navideñas en las cuales se repartían los días entre las casas de la cuadra, disfrutábamos mucho. O cuando nos reuníamos al borde del caño, a hablar de miedo. Y como quitaban la luz y todo era monte pues no existía ni el Ley ni Altos de Cañaveral, decíamos que ahí se aparecía la llorona. Gozamos mucho.

El parque donde hoy está ubicado el CAI era un lago y era dividido por un puente, allí íbamos a pescar.

Los concursos de zorras de balines, los paseos de olla que se hacían detrás de la iglesia por un caminito blanco, así le llamábamos, que conducía al Campestre. Como no existía la iglesia, la misa se hacía donde hoy queda Chispa al rojo.

Mireya Beltrán

Recuerdo cuando jugábamos venados y cazadores, la lleva, yerby, ponchados, pañuelo, teléfono roto, un juego que nos inventamos que era una combinación entre baseball y fútbol, le llamábamos ‘kisball’. Patinábamos y montábamos bicicleta por todo el barrio. Íbamos al lago a pescar. Pero lo que nunca se me olvidará fue el apodo que me pusieron, me decían “avispita”, me daba rabia y ahora me río mucho de acordarme de todo.

Precisamente el grupo fue creado con el objetivo de contactar a los amigos que vivieron en el sector, los que están en el extranjero, los que están en Colombia fuera de Bucaramanga y los que todavía están en la ciudad.