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| Dic 4, 2015 | Nuestra Gente

Ángel Rojas y sus cien años de historia

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Cientos de recuerdos llegan a la mente de Ángel María Rojas Reyes cuando le preguntan por algunas de las experiencias que más lo han marcado en sus 100 años de vida. No sabe por dónde empezar.

Para él, las historias más importantes no tienen que ver con la situación política ni económica del país y mucho menos con la evolución tecnológica de este siglo. Lo que realmente lo llena de orgullo es hablar de su familia y amigos, quienes lo han acompañado “en las buenas y en las malas”, de ellos, de los que hoy guarda muy gratos recuerdos y que ya no están.

Este hombre de 1.75 metros de estatura y de contextura gruesa, se ha convertido en el pilar más fuerte de la familia Rojas Durán; asegura que cumplirá muchos años más, “todos los que Dios me quiera dar”.

Por lo pronto disfruta cada momento con su numerosa familia conformada por 8 hijos, 20 nietos y 10 bisnietos. “Es un plaguero”, dice entre risas.

Ángel María Rojas Reyes nació el 27 de noviembre de 1915 en Cerrito (Santander), pero toda su vida ha vivido en Concepción, donde fue criado por sus hermanos mayores, porque quedó huérfano desde muy pequeño. En este mismo municipio estudió su primaria, se enamoró y se casó con María Evangelina Durán con quien cumplió casi 70 años de feliz matrimonio. Ella falleció hace 5 años, a los 95 años de edad, según él, “de una enfermedad, de la cual los médicos no la pudieron salvar”. Ella tenía 26 y él 25 cuando decidieron unir sus vidas y formar una familia.

Dedicaron toda su vida al campo, a cuidar de sus hijos y siempre con el firme propósito de cumplir los designios de la iglesia, permanecer juntos, en la salud y en la enfermedad hasta que la muerte los separara.

Algunos

recuerdos

De su niñez y juventud recuerda que sus pasatiempos eran la cacería y la pesca. “En la noche, después del cine, sacábamos los perros y nos íbamos para el monte a cazar. Llevamos 22 perros cazadores finísimos. A veces nos reuníamos hasta 40 personas, cada una con su perro”.

Asegura que aunque es Liberal nunca ha estado involucrado con la política y que lo más cerca que estuvo del tema fue cuando le pidieron que hiciera dos llaneras para el expresidente Mariano Ospina Pérez.

“Yo aprendí a preparar una carne muy sabrosa y en un viaje a Málaga me pidieron que le preparara dos llaneras a Ospina Pérez y esa noche echaron plomo en las calles. En ese momento pensé: ‘estoy trabajando con godos y yo soy Liberal’. Sentí miedo”, cuenta.

Durante 60 años se desempeñó como guardalíneas de Telecom, de donde salió pensionado.

Ángel ya no goza de la presencia de la mujer que los acompañó toda la vida, pero cuenta con el amor incondicional de su familia. Él sigue viviendo en La Aurora, una finca ubicada a un kilómetro del casco urbano de Concepción. Sus hijos lo visitan periódicamente y viaja frecuentemente a Bucaramanga para sus exámenes médicos.

Recientemente Ángel María padeció una enfermedad pulmonar que lo mantuvo en la ‘Ciudad Bonita’ durante dos meses’, pero ya está listo para regresar a su pueblo, ese pueblo que lo vio crecer y donde siempre será recordado por sus imborrables historias, sus asados y por ser el hombre que por más de 20 años se encargó en cada Semana Santa de recrear la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.

A sus 100 años, solo lo aqueja un dolor en sus rodillas, pero aún conserva su mente y cinco sentidos activos.