“Un hijo es la fuerza para salir adelante”

Claudia Rocío Capacho se sometió a un tratamiento de fertilización In vitro y su sueño se hizo realidad: ser madre. – Suministrada/GENTE DE CAÑAVERAL
Recordar los momentos de impotencia que sintió al escuchar que no podía ser madre y revivir sus deseos casi frustrados por engendrar un hijo, aún llenan de nostalgia a Claudia Rocío Capacho, una mujer que accedió, “bajo la voluntad de Dios”, al proceso de fertilización In vitro.
Hoy, después de varios meses de someterse a un “extenso” tratamiento, puede cargar en sus brazos a su hija María Catalina Niño Capacho, hecho que la llena de “una inmensa felicidad”.
La feliz madre, quien es contadora Pública, especialista en Gerencia Tributaria y que se desempeña como contadora independiente para varias empresas como Revisora Fiscal, lleva dos años de casada y fue un año antes de llegar al altar cuando comenzó a presentar un problema hormonal, del que aseguraron varios especialistas, no iba a prosperar ningún embarazo.

María Catalina Niño Capacho tiene cinco meses y es el centro de atención de esta familia. – Suministrada/GENTE DE CAÑAVERAL
Cuenta que comenzó a visitar especialistas y a preguntarse por qué su periodo no era tan regular. El dictamen de tres médicos coincidía en que tenía un problema ovárico y que probablemente no podría tener hijos.
“Después me recomendaron visitar a dos especialistas más que me dijeron lo mismo: que no podía tener hijos. Pregunté si había tratamiento, pero ninguno me dio la certeza. Y fue ahí cuando tomé la decisión de visitar la clínica Nacer, porque ya había escuchado de este centro de reproducción”.
Claudia continuó su lucha, por eso llegó a donde el doctor Javier Noriega Rangel, quien revisó los exámenes y “nunca me dijo que no, solo que tenía que someterme a un tratamiento In Vitro y como estaba en mis planes casarme no lo pensé mucho y empecé el proceso, un poco largo, pues tenía la premura de mi matrimonio en 3 meses y quería estar preparada”.
Habían pasado 6 u 8 meses de tratamiento y el doctor le pedía calma, “que no se desesperara”. Sin embargo, ella seguía ansiosa esperando el momento de sentir un bebé en su vientre. “En ese momento tenía 38 años y el doctor me decía que me veía bien físicamente”.
“Cuando pasaron seis meses me dijo que ya casi estaba lista, que solo faltaban los últimos exámenes de rutina de mi esposo y míos. Y a los nueve meses de estar casada me dijo que ya estaba lista y me programó para realizar el procedimiento”.
“Me practicaron el método de fertilización ICSI, que es el que escoge los mejores espermatozoides y al unirlos con los óvulos que extraen, es lo que causa la fertilización. Pasan de tres a cinco días y el médico va informando en qué va el proceso, cuántos fecundaron y de los óvulos que fecundaron cuántos quedan. En mi caso, de los ocho óvulos, al quinto día, ya iban cuatro fecundados viables para hacer el procedimiento. El doctor me explicó que me podía poner dos óvulos fecundados y dejar otros dos congelados por si los quería utilizar después”, narró la madre.
Asegura que una vez introducido el óvulo fecundado debió esperar 15 días. “Durante ese tiempo me aplicaron inyecciones. Dicen que hay que seguir la vida normal, pero yo guardé mi reposo de seis semanas, no salía de la casa y utilizaba zapatos bajitos”.
A los 15 días ella se comunicó con la bióloga y le dijo que el examen de sangre era alto y doble; es decir que estaba embarazada.
“Me sentí feliz, bajé el examen por internet y fui a contarle a mi esposo y estaba que brincaba en una pata”.
Ocho días después en su cita con el galeno Noriega se confirmó la tan anhelada noticia, se iba a convertir en mamá por primera vez. “Era un sueño hecho realidad, porque en un momento creí que no iba a ser madre”.
Hubo dos
embriones
En uno de los controles, el especialista le dijo a Claudia que había otro en embrión. “Me asusté terrible, porque cuando son embarazos múltiples hay mayor riesgo”; sin embargo, a los 15 días, en una nueva ecografía, les dijo que solo había un embrión.
“El doctor nos explicaba que en el embrión ya no hay latido cardíaco y que solo había uno que tenía más fuerza que el otro, ese tipo de noticias genera preocupación, pero seguí con mi vida normal; eso sí con más cuidado que una mujer de 20 años, porque yo ya tenía 39 años”.
Al tercer mes, ya comenzó lo controles con un obstetra y durante todo el periodo de gestación me fue “muy bien, gracias a Dios”.
“Sufrí los síntomas, pero los antojos le dieron a mi esposo”.
El parto
Claudia se sometió a una cesárea y su esposo la acompañó.
“Cuando María Catalina lloró al nacer sentí la alegría más grande, porque uno no se imagina cómo va a ser pero solo quiere verla. Nos tomamos fotos. Fue un momento maravilloso”.
Esta semana la niña cumplió cinco meses de vida y se ha convertido en el pilar del hogar Niño Capacho.
“La niña ha sido muy sana, está súper alentada, porque no ha tenido ni una gripa. Me he convertido en una madre sobreprotectora. Es la alegría de nuestro hogar, por la que todos los días nos levantamos; si se despierta a las 3:00 a.m. disfrutamos el momento, porque verla reír a carcajadas no tiene precio”.
Óvulos congelados
El deseo de ser madre y el amor que esta mujer siente por su hija la han llevado a tomar la decisión de someterse nuevamente a la fertilización In Vitro, con los óvulos que tiene congelados.
“Es una experiencia que quiero repetir y lo vamos a hacer de la misma forma. Esperamos que nos vaya bien”.
Y agrega:“Dios nos ha puesto en el camino a personas como los médicos, quienes se han quemado sus pestañas porque han viajado, han estudiado. Dios puso la sabiduría en ellos para que personas que tenemos algún tipo de problema podamos compartir ese privilegio de ser madre”, concluye esta mujer con una sonrisa en su rostro.