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| Mar 13, 2015 | Nuestra Gente, Portada

¿Se raja en civismo?

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Tras un recorrido por Cañaveral vimos las principales infracciones que se registraron por parte de conductores, peatones, y como ciudadanos respecto a la relación directa que se tiene con los espacios públicos.

De igual forma se les preguntó a expertos en el tema de civismo cuáles pueden ser las falencias y qué le falta al santandereano para que sienta como propia su ciudad, ame la vida y respete al otro.

La falta de identidad, el individualismo y querer pasar por encima del otro lleva a las personas a infringir las normas. La clave, explican los expertos, estaría en la autorregulación, pero para eso se requieren primero sensibilización continua por parte de los agentes de socialización: la familia, los pares, la escuela, los medios, el Estado, para alcanzar la actitud cívica óptima.

 “Que beneficie lo común”

Ángel Nemecio Barba
Director del Departamento de Estudios
Sociohumanísticos Unab
¿El civismo debe partir de un comportamiento autorregulador o desde las sanciones establecidas por las
autoridades? Somos seres biopsicosociales y esta última clasificación nos aclara que nos construimos con otros. Es decir, también nos desarrollamos con el contacto con otros seres humanos. Lo anterior remite al sentido colectivo y comunitario.
Vivimos en colectivo y el sentido comunitario nos permite alcanzar unas formas de regulación del comportamiento de tal manera que beneficie lo “común”.
Por lo tanto, nuestro comportamiento debe partir de la autorregulación.
No debemos esperar a que las autoridades nos digan cómo comportarnos, pues como seres sociales sabemos hasta dónde llegan las libertades individuales.
¿Socialmente cómo ven sus habitantes a Bucaramanga y su área? Una ciudad que está en proceso de crecimiento está olvidando lo anterior. La ciudad se percibe vehicularmente caótica, aunque existen
algunos proyectos que posiblemente mejorarán este aspecto.
La cultura ciudadana está siendo violentada diariamente por los conductores, los peatones, las personas
que sacan a airear a sus mascotas, entre otros. Cuando le pregunté a un amigo inglés que está de paso por Bucaramanga cómo sentía la ciudad, comentaba sobre la alegría de la gente pero también sobre
el irrespeto por las normas, especialmente las de tránsito, que están diseñadas para vivir en comunidad.
Las personas siguen parqueando en lugares indebidos, las basuras siguen fuera de las canecas.
Como no hemos sido conscientes de que somos seres sociales, las normas emanadas del Estado deben
entrar a regular. El municipio debe comenzar a buscar alianzas con las entidades privadas o con la sociedad civil para que a partir del ejemplo, la autorregulación supere a las regulaciones externas.

¿Cuestión de identidad?

Para muchas personas el civismo está ligado al grado de identidad y al sentido de pertenencia.
Si es de las personas que se van a estudiar a otra ciudad y llega con una entonación ajena a la
santandereana o le avergüenza la palabra “mano”, seguro no siente identidad por el lugar donde nació, por eso no lo respeta, no lo cuida, no lo defiende.
Así lo explicó la docente de Columbia College y líder comunitaria, Luisa Hernández, quien ha abanderado campañas como “salude mano”.
Hernández explica que son muchos los que se avergüenzan de las expresiones santandereanas
y por ende, no se sienten de la región. Respecto al tema de identidad explica el sociólogo Ángel Nemecio Barba que “ese ha sido el problema del santandereano desde hace mucho tiempo. No hay identidad porque para él la ciudad no es suya y los eventos no los siente propios.
En Medellín, por ejemplo, el ciudadano común protege a su Metro, participa y acude organizadamente
a su feria. Ahora la ciudad parece que no es de nadie”, afirmó Barba.