Las dificultades por la ausencia del Sitm
J. C. C.
Periodista Del Barrio
Metrolínea suspendió su servicio abruptamente en un acto que no solo es irresponsable, sino temerario, no se puede manosear de esta manera a los habitantes del área metropolitana, que sin más remedio se han venido adaptando a este sistema prácticamente impuesto como la panacea para dar solución a los problemas de movilidad.
Este servicio público, que lo debe garantizar el Estado, quedó en manos de unos operadores privados que solo les interesa su lucro sin importarles los usuarios que son quienes sostienen el sistema.
El transporte público manejado por Metrolínea es un servicio prepagado, pues la mayoría de sus clientes recargan las tarjetas con varios pasajes y no es justo que no reciban un producto que ya cancelaron. ¿Qué pasará con los pasajeros que validaron el ingreso a las estaciones y por la ausencia de los articulados y padrones o alimentadores debieron salir a buscar otro medio para llegar a sus destinos? Los órganos de control y vigilancia deben hacer su trabajo y aplicar los correctivos inmediatos para que ésta situación no se vuelva a presentar y si los operadores comprometidos con esta falencia no pueden cumplir, el Estado está en la obligación de asumir por su cuenta la administración del servicio. La cuantiosa inversión y el sacrificio hecho por la ciudadanía durante la ejecución de las obras merecen más atención estatal. Hoy causaba rabia y desesperación ver los carriles exclusivos completamente desolados mientras la gente buscaba afanosamente cómo movilizarse, así tuviese la tarjeta cargada de pasajes. Esto es violencia contra la ciudadanía, no menosprecien al paciente usuario porque pueden venir respuestas inesperadas como ya ha sucedido en otras ciudades del país.