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| Ene 24, 2014 | Nuestra Gente

“El mural tiene quien lo cuide”

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Audry Maciel Laguado

GENTE DE CAÑAVERAL

Hace casi 30 años un estallido de color y un homenaje a la naturaleza se levantó a la entrada de Cañaveral de la mano y mente del gran artista santandereano Jorge Iván Arango.

El maestro dejó este legado sobre un espacio de concreto de 42 metros de ancho y 7.80 de alto; ahí plasmó su genialidad ante los ojos del mundo, y en el corazón de los santandereanos.

Este mural está ubicado en el parque Armando Puyana, en el Centro Comercial Cañaveral. Fue precisamente Don Armando quien le encomendó esta tarea al maestro quien desde que inició el trabajo dejó claro que los dos hacían parte de este gran proyecto.

“Detrás de cada gran obra siempre hay un gran hombre… fue don Armando Puyana la persona que tuvo la idea de hacer un mural de este tamaño un mosaico diferente a los de México”, aseguró Arango en una entrevista exclusiva con Pilar Castaño, en 1985 tras un año de ardua labor.

En la actualidad el mosaico se ha convertido en ícono de Bucaramanga y el área metropolitana, quizá de cierta manera los ciudadanos lo sienten como propio pues en el fondo eso era lo que pretendía el artista. “Lo que aspiro es a sembrar semillas, Bucaramanga es la ciudad de los parques y quiero crear a través de este mural una conciencia en mi pueblo y la tierra que me vio nacer”.

Las restauraciones

Con el paso del tiempo esta gran obra sufrió algunos cambios y fracturas que inicialmente fueron, al parecer, reparadas por el mismo Arango. Tras el fallecimiento del artista ha sido Martelena Barrera, una de las grandes restauradoras del país, la encargada de mantener ‘con vida’ este legado.

La junta directiva del centro comercial ha encabezado la lucha por preservar este bien cultural, que aunque privado, es un símbolo de Santander.

En los últimos meses quienes apreciaron el mural notaron que en la parte superior de la obra dos secciones estaban tapadas con papel, pues las baldosas se habían caído. Sin embargo mientras estaban cubiertas Martelena hacía su trabajo de restauración con cada una de las piezas.

Desde su estudio en Bogotá, junto a su equipo de trabajo, esta restauradora realizaba el primero de los muchos pasos del proceso. Martelena es quizá una de las personas que más conoce la obra a fondo, pues en estos años de trabajo tiene claro qué hay detrás de cada pieza y qué esconde cada daño que sufre el colosal mural.

Comenzó el proceso de investigación y recuperación

Tras los diferentes daños que ha sufrido la obra, muchas han sido las críticas que han recibido los directivos del Centro Comercial Cañaveral por diversas razones. Pero su actual gerente, Martha Leyder Bautista ha dicho que han sido muchos los esfuerzos por mantenerlo y mucho el dinero invertido en una obra que saben que deben preservar por su valor cultural.

“Debemos dejar claro que el mural es un bien privado del Centro Comercial Cañaveral, por ende nosotros lo cuidamos y nos encargamos del mantenimiento, tanto de la parte preventiva y correctiva.

“Cuando el mural sufrió los primeros daños graves, hace aproximadamente cinco años tras un fuerte aguacero, en ese momento buscamos ayuda por medio del seguro y fueron ellos quienes nos contactaron con una restauradora profesional avalada, pues esto no se trataba de una obra civil normal” relató la gerente.

Una vez encontraron a la profesional, Martelene Barrera, el primer paso fue realizar un diagnóstico de la obra para iniciar el trabajo: “se hizo como un pequeño techo para protegerlo del agua, claro sin entrar a dañar la estética del mural, lo otro que hicimos fue retirar unos aires acondicionados que con la vibración afectaban la obra y limpieza general, entre otras cosas, sin embargo seguimos con las medidas correctivas” dijo Marta, quien agregó que el mantenimiento se hace anualmente.

Adicionalmente la funcionaria dejó claro que: “el único padrino del mural es el centro comercial; en el primer daño que sufrió en el 2009, tras un fuerte aguacero, fue el seguro el que respondió, pero es importante dejar claro que está asegurado como obra civil y no de arte, porque como obra de arte nadie lo asegura, sin embargo como en ese momento fue un aguacero lo que generó el daño la aseguradora cubrió las averías.

“Fue en ese momento que se le realizó el diagnóstico del mural y nos dimos cuenta de los problemas que tenía.

“Entonces quedó claro que la aseguradora respondería por daños causados por un accidente o algo por el estilo, no por el paso del tiempo o los problemas que tiene el mural. Desde entonces el centro comercial se hace cargo, definitivamente el mural tiene quien lo cuide”, dijo la gerente.

Detrás de cada baldosa

Martelena Barrera ha estudiado cada aspecto de la obra, por ello la conoce a fondo pues ella descubrió el ‘virus’ que la invade.

“Cuando llegué la primera vez traje un grupo interdisciplinario de profesionales para establecer el problema o mejor dicho los problemas; traje un ingeniero estructural, un arquitecto y yo”, aseguró Barrera.

Según la restauradora los estudios demostraron que el mortero de esta gran extensión no está hecho como debía. “Aclaro, el mortero es la parte que soporta donde van pegadas las lozas, y en este caso nos dimos cuenta, por medio de una análisis, que el mortero en algunas partes tiene escasez de aglutinante; escasez de material de carga en unos puntos y en otros exceso, lo que lo hace arenoso, por eso las lozas se caen, porque recordemos que son térmicas, tienen movimiento, el agua que arrastra, las vibraciones y a eso se suma el paso del tiempo” dijo la experta.

En resumen las piezas se ‘soplan’ y por eso se caen. Por otra parte el muro donde reposa la obra tiene cuatro columnas, que cuando fue construido sobresalían cinco centímetros aproximadamente.

Esas columnas eran las dilataciones que posteriormente fueron tapadas y dejaron una pared totalmente plana que luego fue el ‘lienzo’ del artista, “básicamente lo que hicieron fue tapar dilataciones e hicieron morteros irregulares”.

“Por otro lado el ingeniero y el arquitecto vieron las cargas, es decir las columnas: y se dieron cuenta que unas están separadas, otras muy delgadas, y hay un evidente sobrepeso en el muro, que creo que más adelante deberá ser reforzado”, relató Martelena.

En pocas palabras, la experta asegura que el muro tiene un grave problema de fondo, ella lo llama un ‘cáncer’, que se está combatiendo. Añadió que los movimientos generados durante la construcción de Metrolínea no generaron un daño grave como se pensó en su momento.

En la actualidad

“En este momento hay dos daños puntuales, empezando por el levantamiento de las piezas, porque como lo mencioné el mortero tiene deficiencias”, dijo.

Tras la caída de las lozas, son recuperadas, luego se deben tomar fotografías de donde se cayeron, después se hace un mapa de cómo van las lozas se retira lo que está flojo y con herramientas especializadas se quita todo el material que está desprendido.

Cada pieza es debidamente limpiada y restaurada, para volver a ser pegada. Algunas que se han perdido han sido repuestas por los hijos del maestro Arango, quienes conservan algunas de las baldosas que fueron heredadas por su padre.

“En este ocasión las piezas fueron trasladadas a Bogotá y junto a la gente que trabaja conmigo duramos casi cuatro meses limpiando cada una. Aunque no hemos terminado, estamos restaurando el mortero, para empezar a armar las partes que faltan”, finalizó Barrera.

En cifras

30

años cumplirá esta obra que es símbolo de los santandereanos.

42

metros de ancho y 7.80 de alto, mide el mural que hizo Jorge Iván Arango.