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| Nov 8, 2013 | En estas calles

“Salón social de Tayrona no está cerrado por capricho”

Este periodista del barrio quiso dar a conocer el otro lado de la moneda sobre el uso del salón social de los conjuntos residenciales.  - Imagen Archivo /GENTE DE CAÑAVERAL

Este periodista del barrio quiso dar a conocer el otro lado de la moneda sobre el uso del salón social de los conjuntos residenciales. – Imagen Archivo /GENTE DE CAÑAVERAL

A raíz de la nota publicada la semana pasada en torno al cierre del salón social de los conjuntos Tayrona I y II el señor Miguel Ángel Afanador, nos envió una comunicación en la que fija su punto de vista.

“En primer lugar, es importante dar a conocer que si el salón social de la UIC-Tayrona, no se puede usar, no es por la voluntad caprichosa de una sola persona, sino por el mandato del señor Juez Sexto Civil Promiscuo Municipal de Floridablanca que, el pasado 7 de marzo, en fallo de tutela resolvió conceder el amparo del derecho fundamental a la intimidad y a la tranquilidad mío y de mi familia y que vienen siendo vulnerado por los conjuntos residenciales Tayrona I y Tayrona II…y ordenó a las administradoras de dichos conjuntos que ‘dentro del término de 3 meses adopten las medidas necesarias tendientes a lograr el aislamiento acústico de la Unidad Inmobiliaria Cerrada UIC-Tayrona, de tal forma que allí no se generen al exterior sonidos que superen los 65 decibles en horas diurnas y 45 decibeles en horas nocturnas’.

En segundo lugar, el motivo del ejercicio de la acción de tutela fue el uso abusivo que las personas de los conjuntos mencionados venían haciendo de los salones sociales al autorizar y realizar eventos que, sin restricción en el horarios ni control de la emisión de ruido, perturbaban gravemente la tranquilidad, el descanso y el sueño del vecindario en una zona de uso exclusivamente residencial.

Los viernes y sábados, sin excepción, entre las 9 p.m. y las 3 a.m. aproximadamente, y los sábados y domingos en la tarde teníamos asegurada una fiesta de cumpleaños, algún agasajo, o una celebración infantil. El deterioro de nuestra calidad de vida y salud mental por el estrés y el daño ambiental era cada vez más evidente.

En varias ocasiones tuvimos que abandonar la residencia para buscar alivio en los parques aledaños. En las noches y hasta altas horas de la madrugada sólo podíamos conciliar el sueño cuando cesaba el estruendo de papayeras, de mariachis, de orquestas con cantantes en vivo, de equipos de sonido de alto poder, de payasos y animadores etcétera.

Quisimos dialogar con las administradoras y los consejos de administración para buscar un arreglo amistoso sobre el uso de los salones sociales, pero no fue viable. Buscamos la mediación de la Casa de Justicia de Floridablanca pero dijeron que nosotros éramos muy quisquillosos.

Finalmente recurrimos a la Justicia a través de la acción de tutela. El Juez nos concedió la razón.