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| Ago 9, 2013 | Nuestra Gente

El ángel que ha custodiado a los abuelitos por 29 años

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Pensar en Albeiro Vargas es entender todo el potencial que esconde una persona con un propósito firme, es sentir que no hay nada más fuerte que una idea y caer en la certeza de que los sueños se hacen realidad.

La fundación ‘Ángeles Custodios’, que se encarga de cuidar a los abuelitos de escasos recursos que no tienen quién vele por su bienestar, es el resultado de las mejores intenciones de un niño que creció en un hogar de escasos recursos económicos pero con una riqueza en valores y principios sin igual.

Albeiro cuenta con voz tranquila, tierna y satisfecha la historia de lo que fue su necesidad por ver una sonrisa dibujada en los rostros de decenas de personas de la tercera edad que vivían en el norte, aquellos que eran sus vecinos y que fueron quienes llenaron el vacío que dejó su abuelito Josefito, a quien su hija y madre de Albeiro cuidaba con gran devoción.

“El norte de Bucaramanga despertó en mí desde niño los valores de la solidaridad, la compasión y la caridad. Tuve que ver muchos ancianos en las calles, niños pidiendo limosna, mujeres maltratadas. Con mis siete hermanos y mi mamá vivía mi abuelo Josefito de 87 años, yo veía cómo ella lo cuidaba con mucho amor, delicadeza y dedicación, eso también hizo que yo me sensibilizara. Al morir mi abuelo quedó ese vacío pues no tenía a quién cuidar y ahí empecé a buscar a abuelitos del barrio, vecinos, que por cierto había muchos… al principio no fue fácil porque los abuelitos no creían que un niño de 7 u 8 años quisiera hablar o jugar con ellos”.

Tras la insistencia de aquel niñito que ansiaba salir del colegio para alegrar las tardes de los menos favorecidos los abuelitos fueron cediendo y poco a poco fueron abriéndole a Albeiro un camino que determinó su destino.

“A los 9 años ya tenía 20 abuelitos amigos. Ellos estaban solos y tristes y mi labor era ir por la tarde, después del colegio, a jugar con ellos, a escucharlos, a leerles cuentos. Así empezó esta aventura que pasó de ser un proyecto de niños a un proyecto de vida”.

El papel de los medios

Albeiro manifiesta que jamás se imaginó que su gusto por la felicidad ajena pudiera alcanzar las dimensiones que hoy son evidentes, asimismo reconoce que su entrega fue fortalecida por los medios de comunicación, ya que gracias a ellos su tarea se hizo pública e hizo que las personas quisieran vincularse. “Tengo que hacerle un reconocimiento público a Vanguardia Liberal, pero particularmente al periodista Euclides Ardila, quien entonces hacía su práctica aquí en el norte de la ciudad y encontró a ese niño jugando fútbol con los abuelitos y bañando a una abuelita, él se preguntaba ¿pero qué están haciendo? y en 1988 sacó un artículo al que llamó ‘El ángel del norte’, yo tenía tan solo 10 años. Eso se convirtió en mi documento de identidad. Yo lo mandé a laminar y con eso me iba a los supermercados, a las tiendas, a las panaderías, por el centro y cada vez que llegaba a un negocio yo mostraba el artículo y decía yo soy el de la foto, yo soy el ángel del norte y ahí fue que Bucaramanga descubrió al ángel del norte y mucha gente empezó a llegar con donaciones, ayudas, se presentaron padrinos y benefactores”.

Ángeles custodios

Nuestro eslogan es ‘Un país sin niños es un país sin futuro, un país sin ancianos es un país sin historia’, hemos querido conservar la filosofía porque los ancianos ayudan mucho en la formación en valores, el respeto por los mayores, por los padres, el significado de la vejez que es sinónimo de sabiduría, son bibliotecas andantes. Los niños les enseñan a abuelitos las cosas novedosas como qué es un computador, un celular, internet. Es el descubrimiento del pasado con el presente”.

Este especialista en la tercera edad es la prueba viviente de que querer es poder. “Yo terminé estudiando Gerontología, que es la ciencia que estudia el proceso de envejecimiento del ser humano. Fueron cinco años de muchos sacrificios pero por eso es que yo digo que con amor y perseverancia, todo se puede en la vida”.

El gran valor de la vejez

“La vejez es sinónimo de sabiduría”, explicó el gerontólogo al tiempo que expresa que la dificultad de esta etapa de la vida radica en la sensación de inutilidad a la que se ven expuestos los adultos mayores al ser considerados incorrectamente un estorbo. “Es triste sentirse en una sociedad que no los valora, que no los quiere. Lo que hemos querido es generar espacios en los que ellos puedan sentir la importancia que tienen. En la fundación tenemos nuestra propia economía interna y hemos inventado una moneda que se llama ‘La hormiga culona’. Es un dinero que circula en la institución y mensualmente le pagamos a los abuelitos una nómina por los trabajos realizados”. “Les compramos los productos que siembran, por cuidar animalitos… se pueden ganar 100, 200 o hasta 1.000 hormigas y pueden ir a una tienda que tenemos y comprar gaseosas, dulces, panes, galletas, así se sienten productivos, también les invitan a sus parejas”.