El Campestre, un ícono del sector
Entradilla.
Con fotos de don Carlos Eslava, la colaboración del arquitecto Antonio José días Ardila, y algunos documentos sobre el club, reconstruimos parte de la historia de este emblemático escenario.
Desde 1930 el Club Campestre ha sido uno de los escenarios sociales más importantes del país y desde luego, centro de la vida social de los bumangueses.
Su primera sede fue en la meseta de Bucaramanga, carreras 33 a 29 con calles 49 a 52. Allí funcionó hasta 1966.
Incluía una cancha de golf que limitaba al norte con la calle 56 y Avenida González Valencia, por el oriente con la carrera 33, por el sur con la portería de la calle 49 y por el occidente con la carrera 28.
Los campos de golf dieron origen al nombre del barrio Antiguo Campestre (Calles 56 a 50 y carreras 33 a la Avenida González Valencia) entre los barrios Sotomayor y Bolarquí.
En 1967 el Club Unión compra este proyecto y el Campestre traslada su sede a Cañaveral.
La nueva sede nace en la década del sesenta por la necesidad de tener una cancha de golf de 18 hoyos (la del antiguo club era solo de nueve) y estar de acuerdo con el desarrollo urbano y utilizar los terrenos para financiar el nuevo club, como lo hicieron varias ciudades de Colombia.
El nuevo club es obra del arquitecto Elías Zapata.
Así se fundó
El documento contó con la firma de los señores Francisco Sorzano, médico cirujano; Eduardo Rueda Rueda e Isaías Cepeda, abogados; Emilio Montoya Gaviria y Elmer A. Probst, ingenieros; Enrique Paillié, Gabriel Silva Vargas, Jacobo A. Correa, Roberto Carreño, Estanislao Olarte, Christian Clausen, José Lega, Alberto Mendoza, Ernesto Sanmiguel, Antonio Chedraui y Luis Sánchez Puyana, comerciantes.
La idea fue de Elmer A. Probst, que tuvo acogida en Emilio Montoya Gaviria.
Momentos difíciles
En sus inicios el club tuvo momentos complicados.
Por un lado, la concurrencia no era mucha, pero sostenida, había reuniones los días domingos y una o dos fiestas en el año.
En 1935 se vivió la época más precaria, ya que el número de socios bajó en forma considerable, la concurrencia era nula, las entradas por consiguiente eran bajas y el sostenimiento de la institución parecía imposible.
Se suprimieron las fiestas de los días domingo y las acciones alcanzaron a cotizarse en el mercado a $20.00, sin compradores.
El resurgimiento
Fue a principios del año 1936 cuando en vista de la total desorganización un núcleo importante de accionistas, en la reunión de la Asamblea General, propuso la organización completa del club, llamando a la presidencia un socio que afrontara la responsabilidad de tal obra.
De esta manera fue elegido Ricardo Wills Martínez, quien con su talento, caballerosidad y gran tacto supo sortear los problemas, pagar las deudas a corto plazo, comprar algunos muebles y enseres indispensables para un mejor servicio y dejarlo en un año de gestión con un gran movimiento social.
El autor de la obra
Elías Zapata (nacido en Medellín en 1927) fue el creador de la estructura del club en Cañaveral.
Reconocido artista y destacado pintor, Zapata representaba una generación de profesionales que mezclaban distintos intereses creativos a su profesión habitual.
Sus obras eran mucho más que construcciones funcionales, eran creaciones propias. Cada proyecto que abordaba se materializaba en estructuras ricas en motivos alusivos a su funcionalidad, evocando una articulación dinámica y armónica del espacio con la vida.
Evidencia de todo esto son sus distintas realizaciones: edificios, casas privadas, negocios y bodegas. El Hotel Intercontinental de Medellín, el Club Campestre de Bucaramanga y el Aeropuerto Olaya Herrera, especial carta de presentación de su talento.